domingo, 31 de enero de 2010

Mirar las cosas sin perder de vista las gotas de aceite

 

“Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el secreto de la felicidad. el joven viajo y al final de una montaña encontró un hermoso castillo donde vivía el sabio.

Sin embargo al entrar lejos de encontrarse a un hombre santo, el joven se encontró una actividad inmensa dentro del castillo con mercaderes que iban a un lado y a otro, gente que conversaba en las esquinas y una mesa con los manjares mas esquicitos del mundo. El sabio hablaba con todos a la vez así que tuvo que esperar dos horas para que lo atendiera.

Cuando el tiempo transcurrió el sabio atendió al joven y escucho atentamente lo que este le solicitaba, pero le dijo que en aquel momento no tenia tiempo de explicarle el secreto de la felicidad. Por ello le aconsejo que diese un paseo por el castillo y que volviera en dos horas más.

-Pero quiero pedirte un favor- Añadió el sabio entregándole una cucharilla de té en la que dejo caer dos gotitas de aceite-. Mientras camines lleva esta cucharilla y cuida que el aceite no se derrame.

El muchacho comenzó a subir y a bajar las escaleras del palacio sin perder de vista las dos gotas de aceite.

Al pasar las dos horas regreso con el sabio y este le pregunto. –¿Qué tal? ¿Viste los tapices persas que hay en mi comedor? ¿viste los jardines que el maestro de los jardineros tardo 10 años en crear? ¿reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?.

El joven avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única preocupación fue cuidar que no se derramaran las dos gotas de aceite que le había encomendado el sabio.

Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo – dijo el Sabio. – No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa.

Ya mas tranquilo el joven volvió a tomar la cuchara y se fue a recorrer nuevamente el castillo esta vez contemplando todas las obras que en este habían.

De regreso con el sabio, le detallo todas las cosas que había visto en el palacio.

-¿Pero donde están las gotas de aceite que te encomendé?- Pregunto el Sabio.

El joven miro la cuchara y se dio cuenta que se habían derramado.

Pues es este el único consejo que puedo darte – Dijo el más Sabio de los Sabios. El secreto de la felicidad esta en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las gotas de aceite en la cuchara.”

Fragmento de “El alquimista”

de Paulo Cohelo.

Generalmente, en algún momento nos quejamos de nuestras vidas y esperamos buscar la felicidad de distintos modos, unos se entregan por completo a las cosas que lo llenan aunque dejen de lado a quienes los quieren, otros buscan ser queridos, pero olvidan sus metas y algunos están con las personas que solo contemplan y esperan que la felicidad llegue.

Quizás el gran problema de todos es que nos tratamos de fijarnos en los detalles, en lo que hay detrás de las situaciones y se nos olvidan aquellas motivaciones y objetivos que nos llevaron a la situación.

Todos buscamos nuestra felicidad y motivaciones para levantarnos al día siguiente, pero quizás la realidad sea en reparar en los hermosos detalles de la vida y de no olvidar que hay objetivos y aspiraciones las cuales seguimos.

 

Miguel Ángel Figueroa.

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