Hoy trabajando como controlador (de encuestas), me toco ver a una calle que estaba cerrada por piedras por un lado y por el otro con un bloque de plastico donde un niño esperaba a que le pasaran unas monedas a fin de peaje.
Obviamente, esta situación irregular era para entrar a la Av. San Gregorio en la granja, donde claramente no pagamos y al ver que el auto se negaba a entregarle recompensa, el joven se abalanzo contra el vehículo a fin de propinarle un golpe.
El niño no tenia mas de 11 años, y realizaba esta actividad con la mirada atenta de jóvenes y mujeres del sector, lo que claramente no les causaba nada extraño y se reían con la actividad ejercida por el menor, lo que me deja pensando, que hemos hecho para generar sectores con esa mentalidad.
Hoy es impresionante ver a niños garabateando en la calle, menores de 14, 13, incluso 12 años embarazadas de adultos y familias enteras que no se preocupan de los suyos, dejando expuestos a los niños a vicios y los valores que definen a un hombre de bien.
Porque hoy, ya no es la falta económica la excusa perfecta que pueden dar para justificar el decaimiento de la cultura como país, y las realidades que destruyen el espíritu del país.
Es que ese mismo joven que hoy hacia una barricada a fin de cobrar por el paso a través de ella, será el mismo que entre al mundo del “hampa” nacional, sin un futuro productivo para el país. Y la culpa de ello no la tiene ni el estado, ni los profesores, ni Dios. Sino la familia, que ha perdido el valor que tenia antes.
Trabajos como los que hacen la Fundación para la Superación de la Pobreza, donde generan programas como Puente y Adopta un Hermano, buscan generar un cambio de esta cultura, de la cual somos todos participes. Pero no detrás de un escritorio, no detrás de una moneda para una colecta o la realización de estudios en zonas de peligro.
Enseñarle a a gente que puede salir de ese circulo vicioso y puede superarse. Sin perjuicio de que gane más o menos, entregar valores reales, contenidos programáticos de verdad y erradicar las malas practicas que solo contribuyen al aumento del resentimiento social y el rechazo.
Para terminar decirles que soy testigo de que si se puede encontrar una solución a estas malas experiencias, pero depende del trabajo continuo de nosotros, para hacerlo realidad.
Miguel Ángel Figueroa
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